Tiempo de juego:
283 minutos
Papo y Yo, un juego que me llamó la atención en un primer momento por la ambientación que traía consigo, unos escenarios que pocas veces se habían visto antes en los videojuegos. Pero encierra muchas más cosas en su interior.
Llama la atención que la historia relata pasajes autobiográficos de su autor, Vander Caballero; a pesar de la apariencia infantil del juego y sus personajes, el trasfondo es durísimo, la historia solo es apta para público adulto, pues en ella se realiza una metáfora de las consecuencias que conlleva la adicción al alcohol por parte de uno de los personajes, y como el resto sufre de forma directa todo el mal que encierra dicha adicción, hay momentos muy duros dentro del juego, todo elaborado de forma metafórica pero en las cuales si seguimos con interés nos daremos cuenta de qué representa cada elemento. Mucha simbología en todo lo representado en el juego. Exige complicidad aunque a veces puedan existir momentos decepcionantes en la historia.
El juego en sí, se trata de un plataformas en el que manejaremos al pequeño Quico a través de diversos escenarios por el entorno de las favelas brasileñas, nuestro objetivo es acabar con el monstruo (Papo) completando niveles entrelazados. La recreación de los lugares es magnífica, el colorido propuesto en el juego, contrastando con zonas de tonos más oscuros que dan mayor énfasis a la historia, pero todo un conglomerado muy disfrutable para la vista. Las plataformas son sencillas de superar en su mayoría, pero otro de los elementos diferenciadores en el juego será el de los puzzles, originales, los escenarios cobran vida a base de palancas y acciones que realicemos; las casas se desplazan, los entornos parecen animales..., no son en cualquier caso de dificultad alta, aunque ganan en complejidad según avancemos en el juego, pero no llegarán a frustrar, aquí lo que se pretende es disfrutar de la historia. Esto es un arma de doble filo puesto que el juego se hará excesivamente corto cuando lo terminemos.
Sólo hay cuatro personajes en todo el juego, Quico, el pequeño al que manejamos, se mueve con fluidez, sin florituras, Lula, un robot que nos ayuda a acceder a lugares alejados, Papo, que ayuda/entorpece en nuestra labor y Alexandra, nuestra guía, la representación de estos caracteres es normal, con no demasiadas texturas pero movimientos fluidos. El juego sólo ofrece una posible ruta en todas las fases y encontrarla es cuestión de minutos, además de saber lo que se debe hacer a continuación, para los menos entusiastas incluso incluye unas cajas de sugerencias que ayudan, totalmente innecesarias para cualquier jugador curtido.
Un elemento que destaca bastante en el juego es el apartado sonoro, los sonidos son de alta calidad y las voces de los personajes se encuentran en portugués, para no desentonar con la trama. Además la selección de melodías es exquisita, con suaves músicas tropicales que cambian según la situación que estemos viviendo en el juego, todas ellas muy agradables y con amplia selección de instrumentos.
Se trata de un juego que podría haber dado mucho más de sí pues el concepto historia-puzzles es genial, pero se hace excesivamente corto, dura escasas horas, y los puzzles no suponen un desafío a pesar del enorme potencial que habían creado con la mecánica del juego. La historia sí es muy buena y el juego entretenido, pero aportando mayor ambición nos hubiera quedado por delante una obra maestra, se queda en un título curioso con gran trasfondo.
NOTA 7´5/10
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