Tiempo de juego:
2395 minutos
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[h1]Un roguelike bastante particular[/h1]
GetsuFumaDen: Undying Moon es un juego que me ha gustado bastante en algunos aspectos, y sin duda a día de hoy es prácticamente único en ciertas características. Sin embargo, se nota en algunos momentos cierta falta de soltura en este roguelike, ya que es un género donde casi nunca, por no decir nunca, se meten las empresas japonesas. Aun así, el resultado es más positivo que negativo, eso seguro.
GetsuFumaDen: Undying Moon es una especie de secuela de un juego de rol, Getsu Fūma Den, que salió en los años 80 solo en Japón para la consola NES. No hace ninguna falta haber jugado a la primera parte ni mucho menos, ya que el argumento del juego es bastante pobre y realmente se nota que metieron “algo” a modo de argumentación para situar levemente al jugador en el universo que el juego presenta.
Nuestro protagonista, miembro del clan Getsu que vigila el inframundo, descubre que las puertas del infierno se han abierto después de mil años y allá que va a intentar solucionar el problema. Eso es lo que la intro nos cuenta, y después… nada. El final es bastante críptico y la mayoría de la gente no se enterará de absolutamente nada salvo aquellos que conozcan sobre qué versa parte de la mitología antigua japonesa. Entonces sí podrás entender bastante más, pero de todos modos lo considero bastante insuficiente. Si estás buscando un argumento medianamente elaborado, desde luego aquí no lo vas a encontrar.
Respecto a su jugabilidad, tendremos que ir recorriendo diferentes infiernos con nuestro personaje, o con un personaje femenino que se desbloquea con posterioridad, empezando siempre por el limbo para después pasar a los siguientes en un orden determinado, aunque siempre podremos elegir, al llegar un momento determinado, uno entre dos posibles. En total hay 8 tipos de infiernos, contando el limbo, pero para llegar al final tendremos que pasar por 4 de ellos y el escenario final.
GetsuFumaDen incluye características roguelike, pero también bastante roguelite. Es decir, habrá elementos aleatorios y otros permanentes cuando hayamos conseguido los materiales suficientes para hacer que nuestro personaje sea más fuerte o pueda llevar diferentes armas.
En el tema de las armas el juego acierta de lleno, por cierto, porque hay una cantidad ingente de ellas, todas muy variadas y numerosas. Podremos llevar durante la partida dos armas principales y dos secundarias, y las posibilidades son amplísimas. Desde katanas, tonfas, mazas o espadones, entre otras, entre sus armas principales, a bombas, kunáis, sellos o abrojos, por nombrar algunos, entre las secundarias.
Con esto se consigue una gran variedad de posibilidades para cada jugador, haciendo que cada cual utilice un tipo de armamento u otro dependiendo de sus gustos personales o manera de jugar.
En resumidas cuentas, funciona como cualquier otro roguelike/roguelite: empezaremos siendo poco menos que un alfeñique y a base de repetir escenarios a saco iremos haciéndonos más fuertes hasta que hayamos repetido los escenarios multitud de veces, y ya seamos lo suficientemente fuertes para llegar al final y acabarnos el juego. ¿Eso es algo malo? Bueno, si te gustan los roguelites seguro que para ti no.
Sin embargo, este juego tiene una particularidad, y es que es muy indulgente con el jugador, lo más probable porque hayan querido atraer a todo tipo de jugadores. Cuando empezamos el juego solo podemos elegir dos dificultades: fácil y normal, y para acceder a niveles más complejos tendremos que acabarnos el juego antes. Una vez por dificultad.
Esto hace que acabarse el juego en “Plebeyo” (Fácil) sea básicamente un paseo, y aunque tendremos que repetir los niveles bastantes veces, no será nada del otro mundo. Lo mismo para su dificultad normal. De hecho, la cosa no se pone seria de verdad hasta el último nivel de dificultad, donde ya es una locura lo que presenta cada infierno, mezclando los enemigos de cada infierno, lo cual lo hace más realista, por cierto, porque ese nivel de dificultad es como realmente uno pensaría que sería el infierno.
Esto no tendría que ser un problema por sí mismo, salvo por un pequeño detalle: no hay ninguna diferencia de acabarse el juego en nivel fácil que en nivel extremo a efectos de historia. Es exactamente la misma, lo cual es alucinante. Sí es cierto que en los niveles más difíciles podrás ver cinco tipos diferentes de enemigos, pero salvo eso, el resto es exactamente igual.
Además, la aletoriedad de cada escenario no es muy elevada entre run y run. No son demasiado diferentes unos de otros. No es que sean iguales, aunque en algunos infiernos sí, pero sí que los escenarios son poco variados entre recorridos. De todos modos, y aunque pueda sonar esto a algo negativo, el impacto en el juego es realmente pequeño, ya que los escenarios de los diferentes infiernos suelen ser bastante enrevesados.
Aparte de lo comentado como algo negativo, el resto es una maravilla. El arte conceptual es simplemente magistral, ya hablemos de escenarios como del variado elenco de enemigos, con ese estilo de pintura clásica japonesa de una belleza impresionante, reflejando con muy buen gusto algo tan macabro como los infiernos de la cultura budista, taoísta o sintoísta. En ese aspecto, el juego es de diez.
Su música, por otro lado, es igualmente soberbia, incluyendo unos temas musicales realmente acertados en cada infierno, todos ellos basados igualmente en el arte japonés. Hay temas que son realmente buenos, y cuando estás en medio de los combates, no hacen sino multiplicar exponencialmente la tensión y la diversión del momento.
Por último, y quizás lo más importante, su combate es realmente entretenido. No es que sea especialmente original a lo ya visto, pero funciona y responde realmente bien. Tendremos un ataque principal y uno secundario, y además podremos utilizar las armas secundarias para salir de algún apuro. Además, podremos saltar y rodar, todo ello proporcionando una velocidad de combate y dinamismo que le sienta realmente bien. Si a esto le sumamos la gran cantidad de armamento disponible, las posibilidades son casi ilimitadas a la hora de afrontar los enfrentamientos.
En definitiva, GetsuFumaDen no es el mejor roguelike que podrás encontrar, pero sí es uno de los mejores en lo que a estilo visual y musical se refiere, y ofrece un universo único que no suele tratarse en demasía en los videojuegos. Además, sus virtudes son bastante más numerosas que sus defectos. Si te gustan los roguelikes y la mitología japonesa, no deberías perdértelo.
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