Tiempo de juego:
757 minutos
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[h1]Diversión en pequeñas dosis[/h1]
The Wardrobe es uno de esos casos inexplicables donde parece haber todos los elementos adecuados para que se cree algo realmente memorable, pero al final se queda en algo meramente correcto.
En el juego tomaremos el papel de Skinny, un joven que murió por una ingestión de ciruelas a las que era alérgico que le ofreció su amigo del alma en una tarde de picnic, y que ahora se ve condenado a vivir en un armario en el cuarto de su amigo como un esqueleto.
Ya han pasado varios años de aquel suceso, y Skinny aparece ante nosotros saliendo del armario, sin segundas, preguntándose dónde está todo el mundo para darse cuenta al rato de que todos se van a mudar a una casa nueva.
El problema es que Skinny tiene que hablar con su amigo para decirle que no fue culpa suya que muriese, y tenía 5 años para decírselo y ese es el último día. Y he aquí que se nos plantea el problema, ya que nuestro amigo no aparece por ningún lado y si no se lo decimos a tiempo quedará maldito para el resto de su existencia. Ahora leído, el argumento central me suena realmente estúpido, pero en el juego no queda tan mal.
Sea como sea, nuestro periplo comenzará y nos llevará a una aventura de unas 5-7 horas, y algo más si quieres sacarte todos los logros.
Al principio, todo nos parecerá genial. Los gráficos son realmente bonitos, los decorados tienen muy buen gusto y el doblaje tiene bastante calidad. En definitiva, todo pinta realmente bien.
Tendremos ganas de explorarlo todo y de hacer que nuestro personaje examine todos los objetos que encontremos para escuchar sus originales opiniones, mientras vemos repartidas por los escenarios gran cantidad de referencias a otros juegos y a la cultura pop pasada. Y aquí está unos de los problemas, aunque no es ni de lejos el peor.
El juego como tal podría haber sido realmente bueno, pero lamentablemente carece de algo fundamental para poder conseguirlo: personalidad propia de calidad. Al menos, y por suerte, no es un caso tan grave como lo visto en Randal’s Monday, pero no le hubiera venido mal dejarse de tantas “referencias” ajenas e intentar construir su mundo sin ayuda externa.
En cierta manera lo consigue, y se mantiene a flote durante toda la aventura, pero no puede librarse de ese tufillo a aventura acomplejada que necesita de los éxitos ajenos para darse a valer. Como digo, no es algo tan irritante y molesto como en Randal’s Monday, porque al menos en la mayoría de los casos las referencias están ahí, pero solo forman parte de la decoración sin que el personaje nos taladre la cabeza una y otra vez con chistecillos sin gracia. Aun así, se vuelve bastante pesado estar viendo una y otra vez referencias a otras cosas en todo momento.
Pero, como he dicho, ese no es su mayor problema. El problema más grave que tiene The Wardrobe es que intenta ser gracioso, pero no lo consigue. En su sinopsis, el juego se define como: “tiene un gran sentido del humor y no se corta en tratar temas maduros y políticamente incorrectos”. Pues la verdad es que ni una cosa ni la otra, para qué mentir.
A no ser que por gracioso consideremos que cada vez que nos equivoquemos al utilizar un objeto con algo, el personaje nos llame idiota o nos insulte, y eso suele pasar muy a menudo. A mí me encanta que de vez en cuando se rompa la cuarta pared, pero solo a veces y no todo el tiempo, y además si se hace que se haga con gracia, no que se utilice como elemento sistemático para insultar al jugador una y otra vez.
Al principio hace gracia, pero cuando ya llevas varias horas jugando y te estás comiendo la cabeza para solucionar un puzle, ahora entraré en eso, no te resulta muy divertido que te llamen idiota o algo parecido por vigésima vez. Primero porque es un humor de baja estofa, y segundo, y más importante, porque el personaje está rompiendo en todo momento la inmersión del jugador dentro del juego, recordándole una y otra vez que está jugando y que se está equivocando, lo cual es un error bastante estúpido a mi modo de ver.
En lo que respecta a los puzles, hay de dos tipos: los bien planteados y originales, y los que no tienen ni pies ni cabeza con soluciones muy peregrinas que son así “because potato” y se acabó.
El argumento tampoco es que sea nada del otro mundo, no está mal, pero nada memorable. Mucha culpa de esto lo tienen las malditas referencias a otros juegos o personajes del cine que pueblan todo el tiempo los escenarios a cada paso que damos, y que nos impiden distinguir algunas veces qué parte es original del juego y qué partes son construidas a partir de éxitos ajenos. Al final se queda un batiburrillo muy “light” que hace que todo se diluya e impida que la experiencia sea notable.
Sin embargo, y pese a lo dicho, no creo que pueda considerarse a The Wardrobe una mala aventura gráfica, simplemente es una aventura que tenía todas las características para triunfar y cuya falta de personalidad le impidió brillar con luz propia por culpa de sus complejos.
En definitiva, si no tienes más aventuras gráficas notables a las que jugar, este juego puede ser una buena alternativa mientras esperas a algo mejor. Tiene momentos divertidos, y algunas referencias graciosas, pero algunas malas decisiones de guion y jugabilidad, impiden que sea algo notable y lo condenan a algo simplemente correcto. Eso no es poco, pero tampoco es mucho.
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