Tiempo de juego:
2674 minutos
Difícil de dominar, difícil de entender, difícil de explicar.
Es una de esas joyas que, atreviéndose a salir de la monotonía habitual de la industria (rasgo propio de Shiny Entertainment), quedó para la posteridad relegada al olvido, como muchos otros títulos que se atrevieron no a innovar, sino a... experimentar de diferentes formas pero que, por unos u otros motivos, no pasaron de meros casos especiales en la historia del medio; aislados, extraños, si se prefiere.
•¿Acaso Sacrifice ofrece unas formas completamente nuevas y rompedoras, reescribiendo en su ejecución el género de la estrategia en tiempo real? Pues realmente no.
A mi parecer, lo que hace Sacrifice es una simplificación brutalmente efectiva. Libera al jugador de un elemento omnipresente y variado como son los recursos naturales y los reduce a tres términos un tanto metafísicos pero fácilmente alcanzables: almas propias, almas del enemigo y maná; lo primero te sirve para convocar criaturas, lo segundo para realizar hechizos y las susodichas invocaciones. Esta ausencia de una base "económica" palpable está presente también en el contexto arquitectónico, teniendo a tu disposición solamente dos tipos de edificios: altares de maná (o manalitos) y de sacrificio. Los primeros serán tu dispensador constante de poder, y los segundos serán una alternativa a tu altar principal donde sacrificar soldados del enemigo para poder así apropiarte de sus almas y aumentar tus fuerzas.
•¿En qué deja esta realidad al factor castrense, es decir, militar? En una posición sumamente ventajosa respecto a los otros dos. En comparación, las tropas que eres capaz de reclutar/invocar a cambio de un número determinado de almas (desde una, dos, tres, hasta cinco) suplen con creces las otras dos carencias. En este título tus ejércitos son variados y originales a partes iguales, nunca había visto nada igual. A pesar de que se utilice alguna que otra vez el truco de reciclar diseño cambiando el nombre y el color, la gran mayoría de tus soldados presentan un grado de inventiva increíble. Fanáticos retorcidos por el poder del fuego y el metal, engendros moribundos reanimados y bestias macizas y deformes son solo algunas generalidades de lo que puedes esperar de este mundo dominado por cinco deidades tan opuestas como dependientes, aunque nunca lo admitan. De esto hablaré más adelante.
•En cuanto a la "moneda" del juego, el maná, tiene dos utilidades, una de ellas explicada en el anterior punto. Al ser tu personaje un mago (manejado en una tercera persona que a más de uno le puede parecer incómoda o difícil de comprender), tienes a tu disposición un elenco de hechizos y poderes semejante (exceptuando los tres primeros, que son idénticos para todos los dioses) al de tus esbirros. Hacer uso de ellos requiere, aparte de tu elección, una porción de tu maná que variará dependiendo de la potencia del conjuro seleccionado. No entraré en detalles acerca de las posibilidades mágicas, pero puedo garantizar que lanzar fuego o invocar fuertes vientos son un juego de niños en comparación con las habilidades de mayor rango.
Es interesante saber que, fusionando ciertos efectos con algunas de tus criaturas podrás producir ciertas sinergias que, por norma general, las potenciarán durante un tiempo limitado. Personalmente nunca las utilicé demasiado.
Como punto negativo decir que el factor caótico de la pelea y la cámara, sumado a la necesidad que tiene el mago de entrar en una pequeña preparación al lanzar cada ataque, será casi constante, dificultando un poco, sobre todo al principio, el acertar a los objetivos, a veces incluso dañando a tus propias tropas, aunque puede que algunos vean cierta belleza en este matiz.
·Anteriormente he mencionado a unos dioses, retomaré el tema aquí. La historia de Sacrifice tiene lugar, sin remover un poco la sensibilidad general al spoiler, en un mundo fantástico dominado por cinco deidades, cada una de ellas perfectamente diferenciada (incluso doblada al castellano) tanto física como personalmente. Estos grandes seres son representantes de los elementos vida (o naturaleza), viento, fuego, tierra y muerte (o putrefacción, no está muy claro) y, como todos los poderosos, mantienen una pugna casi constante por el dominio de su mundo, el cual se divide en numerosas islas. El jugador se ve llevado, por motivos que no desvelaré, a participar activamente en sus riñas.
Aunque, a priori, no pueda parecer nada del otro mundo, la campaña de Sacrifice ofrece una cantidad de variables (las cuales, desgraciadamente, no se ven tan reflejadas en el argumento en sí) envidiable. Al tener cinco dioses a los que poder rendir pleitesía, con sus respectiva opinión hacia ti según tus decisiones y acciones, pudiendo incluso negarse a reclamar tus servicios, las posibilidades de afrontar los distintos conflictos que se te presentan son variadísimas, pudiendo hasta participar en intrigas y traiciones a una escala sagrada.
Por si esto fuera poco, considero una delicia apreciar que los cinco dioses van algo (tampoco exageremos) más allá de su elemento y estereotipo. Es decir, aquel que se presenta como la bondad personificada y el estandarte de la justicia, desde otro ángulo, puede mostrarse como un fanático intolerante incapaz de convivir con ideas ajenas. El otro, que se describe a sí mismo como artífice del conocimiento y la virtud, puede actuar como un cobarde rastrero en situaciones delicadas y/o de ventaja. La complejidad y la contradicción impera, de forma sutil, en cada una de estas criaturas (incluso en los otros magos que están a su servicio), y una vez más, sin exagerar, se te pueden llegar a presentar tesituras en las que no sea tan fácil decidir cuál es la opción más adecuada, cuál es la mejor forma de actuar ante un problema en el que se ven inmiscuidas vidas ajenas. Estos detalles son los que hacen la aventura de Sacrifice difícil de olvidar enteramente.
Tampoco quiero decir que este sea un título que va sobre tomar decisiones y afrontar sus consecuencias. No idealicemos. Este es un título de estrategia en tiempo real sobre profanar altares, y el conflicto ético, así como las personalidades de los personajes, aunque más presentes que en otras aventuras de este estilo, van a tratarse siempre desde una distancia, dándole preponderancia a la acción.
Finalizando este comentario, lo último que me queda decir es que Sacrifice podría considerarse un juego único en lo que respecta a controles (aunque otros como Brütal Legend trataran de retomar sus mecánicas, sin demasiado éxito) con una historia sumamente interesante y compleja. La aventura que se muestra aquí (con su multijugador respectivo, el cual no he probado debido a que no me interesa) es una a la que no se nos tiene demasiado acostumbrados, y, personalmente, veo en ello un aliciente para, al menos, probarlo una vez. Quién sabe, a lo mejor su dificultad o variopintos personajes captan vuestra atención, la mía lo ha hecho hasta tal punto, que al menos una vez al año no puedo evitar jugarlo durante unos días.
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