Tiempo de juego:
591 minutos
"Los Cigarros del Faraón" destaca por su admirable intento de adaptación de la aclamada obra homónima de Hergé, respetando todos y cada uno de sus pasajes, con mayor o menor fortuna mecánicamente hablando. La ambientación del juego evoca con notable fidelidad los paisajes y escenarios característicos del cómic, así como la idiosincrasia de sus pintorescos personajes, transportando al jugador al exótico Egipto y al intrigante mundo del tráfico de estupefacientes. La narrativa mantiene el espíritu aventurero de nuestro reportero favorito, ofreciendo a los seguidores del cómic franco-belga en general y de la opus magnum de Hergé en particular una experiencia nostálgica y visualmente agradable, con un punto entrañable, si bien lastrada por evidentes problemas de diversa consideración que contrastaré a continuación.
Pero tratemos de ser justos. La adaptación gráfica y el diseño de personajes (irónicamente a excepción de Tintín, que semeja ser apenas un adolescente siendo ya un curtido reportero con experiencia consolidada tras sus aventuras en Rusia, África y América) merecen cierto reconocimiento, ya que capturan con precisión la estética, que no el estilo, del cómic original. Los pasajes de transición, que recrean fotográficamente momentos emblemáticos de la historia, quieren ser entrañables por su fidelidad literal a las viñetas en cuanto a composición, proporcionando un intento de continuidad visual nostálgica en esencia que conecta el juego con su fuente impresa. Si bien, tal cual ocurre en todos sus apartados, se siente como una oportunidad perdida. Este juego, a mi criterio, demandaba una aproximación visual en Cell Shading, clavando el particular estilo del autor porque el esfuerzo adaptativo en el desarrollo es uno de los pilares fundamentales que sostienen el atractivo del juego y ese plus visual habría sido muy agradecido porque el juego necesita continuamente dejar algo a lo que aferrarse dado que mecánicamente acaba siendo insulso de más.
Porque el juego adolece de ciertos problemas que afectan continuamente a la experiencia del jugador. La simplicidad de su desarrollo desde un punto de vista mecánico y lo rutinario de las mismas convierte el título en monótono y repetitivo, limitando la profundidad y el desafío esperado en un título de aventura con este potencial. La gran mayoría de decisiones mecánicas parecen desafortunadas e incomprensibles. Este título nunca brilla y solo cumple mínimamente en las secciones enfocadas a la investigación, o resolución de enigmas. Cuando aspira a ser una aventura gráfica (que es lo que este juego debería haber sido) da lo mejor de sí. Por el contrario, los numerosos segmentos domeñados por los “quick time events” son muy decepcionantes, casi desubicados. De hecho, el juego abre y clausura en nota bajísima. Las fases de sigilo son torpes y baratas, con una IA apenas testimonial. Las de vehículos (caballo, coches, avión) son desiguales (las de coches asequibles pero al menos mínimamente solventes, la del caballo testimonial y la del avión bastante insípida). Las de Milú, en primera persona, bordean lo negligente y el “olfato” tiene más de un bug. Que esa es otra, el juego, atendiendo al conjunto, se percibe como descuidado, con detalles persistentes aquí y allá que delatan un presupuesto limitado, una falta de pulido y refinamiento puntual evidente, especialmente en según qué localizaciones, y afirmaría un tiempo de desarrollo inferior al necesario.
Porque los problemas técnicos son otro punto crítico, aunque las deficiencias más severas y groseras (cuelgues, glitches, reinicios, pantallazos azules, problemas con los archivos de guardado automático que obligaban a reiniciar secciones completas…) parecen haberse solventado completamente. O al menos yo no he padecido ninguno de ellos. No obstante, aún persisten algunos fallos gráficos (artefactos aquí y allá) que socavan la inmersión, recordándole al jugador constantemente las imperfecciones de un título a la postre mediocre e insatisfactorio, si bien puntualmente entretenido, especialmente para quienes nos declaramos admiradores confesos de Hergé. Sí, el título se ve lastrado por una ejecución técnica deficiente y una propuesta jugable que no logra despegar, pero a pesar de sus fallos sigue siendo una opción interesante para los aficionados más recalcitrantes de Tintín (aquí el primero) que deseen revivir sus aventuras en formato interactivo. Y si aquí nace una franquicia, el hacedor lo quiera, espero que hayan aprendido de los numerosos errores cometidos y facturen un juego digno del “álbum” secuela a adaptar a continuación del que nos ocupa, que además es considerado uno de los mejores, sino el mejor de todos ellos…
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