Tiempo de juego:
19701 minutos
Soy muy fan de los Outlast. Desde que conocí la saga, me atrapó profundamente su historia y todo el universo oscuro que gira alrededor de la corporación Murkoff. Apenas tuve la oportunidad de comprar los dos primeros juegos, lo hice sin pensarlo y me los pasé de una. Fueron experiencias intensas, tensas, aterradoras, y me encantó perderme en ese mundo. Cuando supe que iba a salir un tercer juego, me emocioné, aunque también me sorprendió saber que no iba a ser igual a los anteriores. Esta vez los desarrolladores decidieron arriesgarse, probar nuevas ideas, y lo que más llamó mi atención fue la inclusión del modo multijugador. Me pareció interesante que quisieran llevar el terror a un entorno cooperativo, algo que no es fácil de lograr si no se hace con cuidado.
Después de probarlo en su momento, quedé bastante impresionado. Para mí, The Outlast Trials es uno de los mejores juegos online de terror que he jugado. A pesar de que las partidas no son muy largas, el juego consigue crear tensión real, una atmósfera pesada y momentos memorables. Y aunque su historia no se cuenta de forma tan directa como en los anteriores, está ahí, escondida en los detalles, en los documentos, en las conversaciones, y sigue expandiendo el lore de forma interesante. Eso es algo que personalmente valoro mucho, porque soy de los que disfrutan conectando los puntos entre los distintos juegos y personajes.
Anoche decidí volver a jugarlo después de bastante tiempo sin tocarlo. A veces me alejaba porque sentía que podía volverse repetitivo, especialmente si jugaba solo. Pero esta vez fue diferente: lo jugué con amigos, y eso cambió todo. Me divertí muchísimo. Las situaciones se volvieron más dinámicas, más impredecibles, y hasta los momentos más frustrantes se transformaron en risas o gritos compartidos. Me di cuenta de que, aunque la estructura del juego sea similar de una prueba a otra, la experiencia puede ser completamente distinta dependiendo de con quién lo juegues. Además, toda la ambientación sigue siendo brutal: los escenarios están llenos de detalles que recuerdan a partes de los juegos anteriores, los enemigos son grotescos y creativos, y los sustos no se han perdido, incluso cuando ya sabes más o menos qué esperar.
Los gráficos también se mantienen bastante bien. Me gustan mucho, aunque siento que podrían llegar a ser aún más impresionantes con algunos ajustes. Pero el estilo visual es coherente, impactante, y logra transmitir esa sensación de encierro, de deshumanización, que siempre ha caracterizado a la saga. Además, como soy una persona a la que le gusta coleccionar todo, desbloquear cada cosa, revisar cada rincón, este juego me da ese incentivo adicional que lo hace diferente. Me motiva a seguir jugando no solo por sobrevivir, sino por completarlo todo. Y eso, en mi caso, hace que se sienta más personal.
Algo que no quiero dejar por fuera es el enorme cariño que los desarrolladores le siguen metiendo al juego. Se nota que no lo han abandonado. Cada cierto tiempo lanzan actualizaciones, agregan contenido, corrigen errores, y mantienen viva la experiencia. Eso me hace sentir que estoy jugando algo vivo, en constante evolución. Da gusto ver que un juego no queda estancado, sino que mejora con el tiempo gracias a un equipo que claramente ama lo que creó y que también escucha a su comunidad. Es una de esas cosas que, aunque a veces pasen desapercibidas, hacen que quieras seguir volviendo.
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