Tiempo de juego:
1731 minutos
Un cajón de sastre en forma de mundo llamado Ardania, una nueva manera de abordar la estrategia en tiempo real, y unos gráficos de finales del siglo XX. ¿Conseguimos un buen título mezclando estas tres cualidades?
Majesty se presenta, desde mi punto de vista, como uno de esos proyectos interesantes y aislados que, a diferencia de otros, consiguió un, en comparación, moderado éxito. Un caso raro, teniendo en cuenta que este tipo de experiencias no suelen llegar muy lejos, teniendo algunas, como mucho, una secuela polémica. Majesty entra en esta categoría, aunque de su segunda parte, dado que las comparaciones siempre son odiosas, hablaré en otro momento y lugar. Comencemos, pues:
•El primer asunto que habría que aclarar es el relativo la trama. ¿De qué va Majesty, tienes algún objetivo que seguir, una línea argumental palpable? Bueno, yo postulo que realmente argumento como tal no tiene. En su lugar, se apuesta por una… ambientación narrativa. Me explico. Nada más iniciar el juego, comienza una bonita cinemática, tan larga como esclarecedora, que se dedica a exponerte el mundo de Ardania. Ves sus distintas razas (las cuales son simplemente criaturas mitológicas clásicas metidas a presión), los terrenos en los que viven, y los respectivos peligros que acechan siempre, a veces pequeños e inofensivos, otras veces más grandes y mortales. En resumidas cuentas, se te plantea una lucha constante entre el Bien y el Mal.
En este gran y no demasiado original entorno, tú te presentas como el rey. Eres el dueño y señor de la mayoría de las tierras que has visto antes, ¿qué significa eso? Pues que tendrás que ocuparte de ellas en caso de que ocurra algo malo. Aquí, en esta última frase, residen todas las motivaciones de Majesty. Con su sistema de misiones variadas, libres e independientes entre sí, se te plantearán, por parte de vuestro simpático consejero, una serie de realidades en las que tú, monarca, deberás cumplir unos objetivos para hacerte con la victoria. Por eso hablo de “Ambientación Narrativa”, no hay un único hilo conductor que lleve toda la historia a un final apoteósico y bien hilado, simplemente son distintos tipos de situaciones (un príncipe ha sido raptado, hay un ogro que se está comiendo a los aldeanos, etc…) que presentan un problema al que has de ponerle solución, a veces incluso siguiendo una determinación político-administrativa mordaz y paródicamente realista. Es decir, no siempre serás un escudo de los oprimidos y las pobres gentes, a veces (independientemente de lo amoral que sea) tendrás que actuar a favor de tus propios intereses, aunque sea en detrimento del pueblo o de otras razas.
•Pasando ahora a las mecánicas, hay que decir, a modo de preludio para las posteriores matizaciones, que es uno de los aspectos más atractivos de este título debido, principalmente, a que toda la Inteligencia Artificial posee libre albedrío.
Al comienzo de cada misión comenzarás con un humilde castillo poblado por un guardia y un recaudador de impuestos. Para avanzar y expandirte, tendrás que ir construyendo una serie de edificios que van desde mercados o herrerías, en lo económico, hasta gremios de héroes y torres defensivas en lo militar. Para llevar a cabo estos proyectos necesitarás oro, único recurso del juego (incluso para la magia) y factor que le resta cierto componente estratégico al simplificar la tabla de recursos. Bien, en un primer momento esto no parece ir más allá del típico simulador de construcción de ciudades medievales. Lo interesante realmente comienza cuando empiezas a “reclutar” a tus tropas. Las comillas no son por nada, pues más que reclutar, lo que haces es contratar en los distintos gremios a héroes de todo tipo para que te ayuden a defender tu reino y cumplir los objetivos de la misión. Ahora, el verdadero matiz reside en que en ningún momento tendrás control sobre ellos.
Cuando pagues el precio y la barra de generación termine, el paladín/arquero/mago que hayas contratado se dedicará a deambular por el escenario como si la cosa no fuera con él, sin distinguirse del resto de criaturas, como un NPC más. Tus soldados explorarán, saldrán de aventuras y lucharán por todo el reino de manera natural, al mismo tiempo que tratan de subir de nivel y descansar en los recintos que tú les has construido si se ven debilitados. Este es uno de los componentes más importantes de todo el juego. Al ser el líder no de un ejército, sino de un grupo de aventureros independientes, tendrás que hacer que inviertan el dinero que ganan matando monstruos y saqueando templos de alguna forma, y esa no es otra que construyendo puestos donde puedan ganar mejor equipamiento a cambio de un precio. Aunque antes mencioné que no tienes control alguno sobre ellos, se te da la opción de colocar banderas de ataque o exploración a lo largo de todo el mapa, a las cuales tendrás que añadir cierta cantidad de monedas para así instar a tus héroes a ir hacia ellas. Dicho de otra forma, les ofreces una recompensa si van o atacan hacia lo que has señalado, aunque muchas veces, si el premio no es lo suficientemente alto, te encontrarás con una escasa participación por parte de tus huestes, por lo que tendrás que pensar un poco. "¿Merece la pena ganar solo 100 monedas por matar a ese gigante de dos cabezas? Por 500 tal vez…"
•Es sorprendente lo bien que llegan a fusionarse ambos géneros. El número de edificaciones y héroes es lo suficientemente extenso como para que no haya dos partidas iguales, pero tampoco demasiado como para considerar a Majesty un título sumamente complejo que requiera de partidas de cuatro horas para obtener la victoria (que también, todo depende de tu paciencia). Es un juego caótico, pero bien planteado. La edición de Steam, además, viene con la única expansión Northern Kingdom, en la que se añadirán al mapa, alias tabla de misiones, una serie de nuevas aventuras que no harán más que alargar la ya de por sí generosa experiencia (aunque la workshop se encargue también de modificar bastantes aspectos del juego), y, para mejorar todavía más la cosa, un modo libre. El único impedimento que posee es que no viene ni doblado ni traducido al español. No tengo mucho que decir respecto a este asunto, si sabes inglés, estupendo, si no, tendrás que, como en mi caso, familiarizarte un poco con el idioma.
Finalizando este mejorable comentario, Majesty es un título original a medias, de argumento sencillo, más bien típico, pero con un enfoque novedoso que, por lo que sea, no ha conseguido perdurar en la industria, tan poco dada (al menos actualmente) a la experimentación.
👍 : 0 |
😃 : 0